No me quería perder de estar con esos churros así queconseguí un lugarcito en el budumóvil, me acomodé en el recoveco del guardabarro y creo que nadie reparó en mí. Apenas arrancó la camioneta por calle 25, Juani le comentó a Amado:
-Menos mal que pudimos conseguir esta chata vieja…
-¿No tenían camioneta?
-Sí, pero todas eran Ranger, Amarok, Hilux…
-Claro, no es cuestión de ostentar…
-Lo que pasa que son las que usamos para el trabajo en el campo…
Ya estábamos llegando a la 20 y Amado miró hacia atrás y adiviné que contaba la cantidad de gente que los seguía.
-Che, Juani, ¿cuántos habitantes tienen acá en el pueblo de Areco?
-No, Mercedes.
-Ah, perdón, Mercedes. ¿Andan por los diez mil, no?
-No, Amado, debemos andar por los ochenta mil, esto es una ciudad…
-Ah… no… lo digo por la gente que nos sigue…
-Son todos militantes, gente de primera línea, creo que fácil fácil nos siguen quiñientas personas…
Amado se sacó la campera porque se sentía acalorado, el sol pegaba de lo lindo y yo tuve la mala suerte de ponerme unas medias de lana gruesa que se me hacía insoportable aguantar, me di cuenta que doblábamos por calle 24 hacia la plaza.
-Che, ¿Es tímida la gente acá, no?
-Siiiii, es la idiosincrasia de este pueblo la gente tiene miedo de expresarse, no te preocupés….
-¡Mirá, Juani! ¡Allá hay un montón de gente esperándonos, ¿Qué es eso, una plaza?
-Mmmm… sí…. Es la plaza principal… este…
-¡Qué bueno!
De pronto se escuchó que los que lo seguían cantaban.
Peronismo, peronismo… peronismo de verdad… con Cristina en la Rosada… y con Juani en la ciudad.
-¡Que pare, que pare! –gritó Amado al doblar la 27 justo en la esquina de la Recova –decile al chofer que pare así toda esa gente viene a saludar.
-Esteeee… no… ahora pegamos la vuelta y paramos frente a la municipalidad que nos están esperando…
-Seguro… hay que saludar al intendente actual… por protocolo…
-Si… bueno… el intendente no está en Mercedes… se fue congreso en Croacia… pero damos la vuelta igual.
La gente siguió cantando el cantito al mejor estilo Borrachos del tablón, yo tenía las piernas que no me daban más. Seguimos dando vuelta y pude observar que pasábamos por la plaza San Luis… Se escuchó que Juani decía:
-Llegamos a la plaza, Amado, si querés paramos.
-¿Esta es la plaza? ¿Y la gente?
-¡Eh Amado! ¡Me extraña, es la que nos está siguiendo!
Amado miró hacia atrás y volvió a contar, luego hizo un gesto de desconcierto y por bajar la mirada me descubrió sentada.
-¿Y usted quién es?
-Una fan tuya, bombonazo –le dije, le di un beso y me bajé de la camioneta, luego me fui a casa con el deber y el placer cumplido.